Prieti
Se fue el miércoles, el tiempo ha
pasado tan rápido, los últimos días se fue haciendo más y más flaquita aunque
comía todo el día… Ya no me despertaron hoy sus gritos desde la mesa del
comedor exigiendo su desayuno antes de las 5:00 am. Sus hermanas la buscan pero
ya no les contesta. A pesar de los 300 gramos que pesó el último día de su vida
ha dejado un hueco enorme en nuestros corazones hasta su abuela dice que la
extraña.
Llegó la noche del 12 de marzo de
1999, estaba lloviendo y su mamá, mi Tisha adorada, daba a luz a su primer bebé
en una caja de cartón. Tuvimos que alimentar a mano a esa chillante versión en
miniatura de una pantera negra. Era tan chiquita que las fuerzas no le
alcanzaron para combatir contra sus hermanas por una chichi de su mamá… Y así
creció, ya más grande adoptó un hipopótamo de color azul como su bebé, lo
llevaba a todos lados y lo amamantaba para después dormir plácidamente, es el
precio que ambas tuvimos que pagar por ser una dueña responsable porque no la
dejé tener sus propios bebés. Ni sé qué pasó con ese muñeco lo que sí sé es que
fue sustituido por un Santa Clos de nariz roja que se robaba del árbol de
Navidad.
Tenía una voz extraña y nos
regalábamos grandes charlas desde su cuartel general en la cubierta de la
lavadora desde donde dominaba el paisaje. Fue fantástico cuando le robaba los
juguetes a Emiliano aun siendo un bebé. “Mi gato de bruja que soy” le decía yo
cuando me refería a ella en alguna conversación sobre los muchos gatos que
tengo. Me desesperaba mucho porque era tremendamente melosa y la verdad es que
muchas veces no la traté bien porque me molestaba su demandante expresión de
cariño hasta que mi mamá me dijo: -No seas mala con ella, ella ama igual que tú,
tú eres como ella.- Compartimos manías
como arrancarnos el pelo por ansiedad, todo se parece a su dueño dicen y no es
nada más que la verdad.
Siempre fue de aspecto menudo
pero poderoso, casi no hacía ruido y los últimos meses después de la muerte de
la More se buscaba un lugar junto a mí en la cama, dormimos juntas ella
enroscada a mi lado derecho. A veces estiraba su manita y me decía: “Mamá acaríciame
más” con esos tremendamente hermosos ojos amarillos que sólo se apagaron bajo
el efecto del medicamento que se llevó su sufrimiento y agrandó el mío.
Su último día fue normal comiendo
desesperadamente su desayuno, tuve que salir a cumplir con algo del trabajo, y
mi mamá se quedó con ella, dice que lloraba mucho, y comió un poco, le ofreció
agua y también, pero no paraba de maullar, entonces cuenta mi mamá, la tomó en
sus brazos por largo rato hasta que ella ya no quiso más, al ponerla en el
suelo se estiró plácidamente, mi mamá piensa que quería que la perdonara, no quería irse estando enojada con ella porque ya al final no podía
controlar esfínteres y ensuciaba sin quererlo. Es una imagen muy linda que
tendré que imaginar porque no pude estar.
Al final como pasa cuando alguien
se enferma era pesado hacerse cargo y cuidarla, pero no quise que la durmieran
para que yo estuviera más cómoda o porque no me dejaba descansar las noches
completas, de eso no se trata el amor, el amor a veces no viene provisto de
comodidad.
Bebecita te voy a extrañar, tu
voz ronca, tus ojos brillantísimos que no se apagaron ni con la enfermedad. La
manera graciosa en la que caminabas arrastrando tu mono de peluche, cómo
peleabas por tu comida y tu sonrisa cuando dormías echa un bultito peludo. Tu
hermoso pelo negro brillante y todo tu amor para nosotros. Te amo mucho nena.
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