martes, 24 de agosto de 2010

Elpidio

La verdad sea dicha, tenía años distanciada de él, porque nunca trató bien a mi mamá, porque la ancianidad le pegó del lado malo y se volvió grosero e impertinente con los años, pero a final de cuentas era mi abuelo.



Él me puso mi primer apodo, Eddy el de los Monsters, porque antes de la depilación que le dio existencia a la frente que hoy poseo, ostentaba un pico de viuda al más puro estilo hombre lobo.



Los primeros años me consintió en demasía ya que era yo la primogénita de su primogénito y la primera nieta de ese lado de la familia, y heredé su cara...cómo podía no quererme? Se pueden adivinar en mi cara algún dejo de sus ojos rasgados, orientales... milenarios.



Aprendí de él a ser una magnífica anfitriona, ya que con su oficio de taxista en Acapulco nos sorprendía con visitantes de todas partes del mundo, en la mesa del comedor cada día de nuestras vacaciones de verano.



Alemanes, franceses, italianos, españoles y hartos gringos saboreaban los guisos de la abuela, perfectos desconocidos que encontraban ese calor y ese don del que gozábamos como mexicanos en el extranjero...ser amables y amigos a priori...



De la mano de él me volví izquierdista, amaba a Rosario Ibarra de Piedra y al Ing. Cárdenas, aprendí a leer el Proceso y componer una plancha.



Todos los veranos desde que me acuerdo, y hasta los 12 años, vino por nosotras para llevarnos al terruño de vacaciones...nos contaba historias en la carretera...de fantasmas y apariciones...de sus cacerías en el monte (eso nunca me hizo muy feliz, tal vez de ahí venga mi gran amor por los animales), de la tortuga gigante que se comió uno de los burros de la roqueta, y que cuando fui a Japón tuve la oportunidad de ver que sí existían!...



De cómo cuando el bisabuelo llegó a registrarlo en la hacienda dónde vivían, el caporal no le entendió (mi bisabuelo era chino) y le puso Cobos, en vez del apelativo correcto.



Tomé muchos años de mi vida jugo de naranja con dos yemas de huevo, porque decía que eran muy buenas para la salud...si el abuelo lo dice ha de ser cierto... De él también aprendí a traer un rollo de papel de baño en la bolsa, --por que uno nunca sabe...---



El hábito de levantarme a las 5:30 de la mañana, se hizo a la fuerza, me despertaba para que lo acompañara a lavar el coche,--- con un balde --- me decía, ---porque el agua es sagrada y es para tomar---



La primera cámara buena, la obtuve de él una Rolleiflex, tal vez haya marcado más que mi infancia...



Tenía un tatuaje de un timón y un ancla en uno de sus poderosos brazos...le decía: "Abuelito, yo me voy hacer uno igual cuando sea grande..." y me decía--- las niñas no se hacen esas cosas...--- pero naaa, lo voy hacer...al fin que ya no soy una niña...



Me contó de cómo se robó a mi abuela, de cómo un día dejó de beber porque le estaba dando en la madre a su familia...Era super macho, pero amaba a sus hijas como nadie, y se sentía orgulloso de sus hijos, aunque le dolieran.



Con su taxi le dio carrera a sus hijos, los que así lo quisieron. Todavía recuerdo cómo lo esperaba yo en el pie de las escaleras para comer, de cómo llegaba y dejaba sus anteojos sobre el trinchador y gritaba: " ya llegué viejaaaaa..."y de cómo la casa se ponía en movimiento con su llegada.



Pues no terminaría de enumerar todo lo que le aprendí y todo lo que recuerdo de él, ni tampoco todo lo que le estoy llorando...

Recordaré 2 cosas siempre, su olor y su voz llamándome Lili...



José Elpidio Cobos Corpus

Nació hace 91 años en San Luis Potosí

De padre chino y madre una india Yaqui de grandes ojos verdes

Le sobreviven sus 7 hijos y sus 10 nietos

Descanse en paz

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