miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ensalada

En mi corta experiencia de entonces siete años, pensaba que las mamás y las abuelas cocinaban muy bien, también las tías y los primos... En fin vengo de una familia por ambas partes, con una gran tradición culinaria, cuando salí por primera vez a comer a casa de amigas en la primaria me entró como chiflón de aire frío el desmentido, salvo las deliciosas pizzas que preparaba el papá de Lorena Torres, la verdad (no se sientan ofendidas amigas) la comida de las mamás de mis contemporáneas estaba de horror.

Soy rara... amé los ostiones con su viscosa naturaleza y extraña apariencia desde el primero que comí, hasta la fecha...pero no soportaba los quesos maduros, el aguacate y el plátano hasta muy entraditos los 12 o 13 años.

El jitomate me gustaba en sopas, molido y cocinado, crudo solamente en rodajas y en medio de una hamburguesa. Ahora ya lo puedo comer pero siempre en rebanadas delgadas, nunca en cuartos... jamás enteros como manzanas...me dan mucho asco, siento que estoy reventando una ampolla gigante dentro de mi boca...


A mi abuela Filo no le gustaba cocinar... pero tuvo que aprender para darle gusto a sus 7 hijos y mi abuelo... mi abuela Filo me enseñó a comer chile, me sentaba en la mesa del comedor y me convidaba probaditas... me abrió al mundo del aporreadillo, los huevos ahogados en salsa, las picadas de manteca, los excelentes moles que preparaba en el metate, el café con leche y a las tortas de relleno.

Mi vida siempre ha girado alrededor de la comida, en la cola de la caja en el súper, o cargada en los brazos de mi papá (cuando tenía menos de dos años) me dedicaba a dar la receta de las albóndigas en chipotle a cualquier extraño que se cruzara por mi limitado camino.

Una de mis tías tuvo la fortuna (que se convirtió en la mía también) de casarse con la segunda influencia masculina de mi vida, mi tío Kunz y le llamamos por el apellido porque siendo el Richard y mi papá también... pues había que diferenciarlos así que eran Cobos y Kunz... bueno, bueno, prosigamos... resulta que ese pinche suizo que es más mexicano que cualquiera de los que me está leyendo, es Chef de cocina internacional (léase europea), me explicó antes de los diez como se hace un maridaje, siempre pidió mi opinión sobre un platillo y compartió conmigo los secretos de sus recetas, me dijo una vez: ---"los ingredientes no se miden, experimentando sabrás cuál es la cantidad perfecta..."---


Así que por un lado aprendí los secretos y las recetas de mi abuela Imelda de nuestra cocina, vía las manos de mi mamá y por el otro me eran familiares los quiches, las crepas, los fondues, cuando la mayoría de ustedes lo más exótico que habían probado era una hamburguesa del Burger Boy.


Mi papá también tiene algo de culpa, rondando mis 4 o 5 años, le dio su boom gastronómico, así que me invitaba a probar sashimi (cortes de pescado crudo) y wasabe al que me hice adicta junto con toda la comida japonesa desde antes de empezar la primaria... y la china y la thai... la comida del oriente siempre me ha subyugado desde entonces.


Guardo de recuerdo, la vez que mi primer novio "bien", me invitó a comer a su casa... su hermana había preparado milanesas y ensalada... nunca lo olvidaré...tomé mi lugar en la mesa del desayunador, José Alberto a mi lado derecho y Sandra mi queridísima cuñada [leáse esto con los dientes apretados y en tono apenas audible] me sirvió un bistec y quemado de unas partes y crudo de otras, que escurría grasa... al cual miré con horror, sólo de verlo sentía como se iban tapando mis venas con todo ese sebo... al mismo tiempo que escuchaba la pregunta---¿quieres ensalada?---mi alma respiró tranquila y pensando que podría contrarrestar de alguna manera el daño que me haría esa carne... y dije claro! y psss, sí y no, la ensalada eran rodajas de apio crudo... así pelonas... ¡eso era LA ENSALADA!

Pues me lo comí todo, como también me enseñaron en mi casa, lo que no me dejaba de sorprender es que Beto le chuleaba a su hermana mayor la porquería de comida que nos había servido... yo guardé silencio y me limité a no llorar...


Por todo esto tengo muy poca tolerancia a la pizza pellizcada, ¿qué es eso? pues es el término con el que me refiero a las personas que hurgan en la comida y retiran a dedazo limpio los ingredientes que no les agradan, no puedo comprender como a la Rubia no le gusta la cajeta y a Sagnité le desagradan las aceitunas... cómo la Enana le saca el jitomate a las tortas de milanesa... puedo entender que a alguien no le guste algo DESPUÉS DE PROBARLO... Tampoco entiendo como a Sherezita no le gusten las lentejas ni la sopa de fideo...

A cocinar rápido y para mucha gente se lo aprendí a la mamá de Gaby Hernández, Gracias Doña Silvia... un día de estos se las daré en persona, lo prometo.


De la cara me parezco a mi papá, del cuerpo a mi mamá, me gusta cómo les salió la combinación, pero lo que más me gusta es lo que no se ve...ese don que me heredaron del sazón y el paladar. Porque las mejores escuelas te pueden enseñar la técnica, pero a cocinar se aprende con el corazón.


Nota: mi repulsión por las cosas rosa pastel para comer, viene del color no del sabor; sé que las gomitas azules o el ice verde no se ven para nada naturales; pero me gusta como saben; he probado cosas rosas cuando me las sirven porque así me educaron, y sé que saben bien... pero simplemente no me gusta cómo se ven y de la vista nace el amor.

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